
Un espíritu que no tiene calma, un corazón que no respira, unos ojos cansados de mirar, una mente harta de pensar.
Un error estúpido, una mala cogida, un maremoto en un arroyo, un pelo en la sopa. El amor de nadie sigue deambulando, sonámbulo en la noche contando ovejas para poder dormirse.
Desayunando moscas fritas y vino añejo. Vistiendo de dolce y perfumándose con el vodka mas barato. Muchacho de moda vana, espíritu pobre, está agotado tiene mucho sueño y las ilusiones partidas; una lágrima en la punta de la pestaña, un temblor fino de mano que lo asocia con el dolor. Dolor punzante, tajante en el medio de su corazón que no lo deja pensar, que no lo deja ser él, que no deja parar de hablar.
Pobre, la vida se ha enojado con él y no lo deja en paz, quizás tenga que contratar custodia. O vivir la vida siendo uno mismo, pagando el precio por ser él, el resultado es el privilegio de ser uno mismo, tal como le aconsejo un extraño que se apodero de su dolce vita, su compañero de alma, su amigo mas fiel, el amor de su vida… su custodia.
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